LOLA. Día 15: ¡Bienvenida, China!

En casa de la familia Santos la cuesta de enero dura hasta mayo. Ya no queda dinero debajo del colchón y, la idea del abuelo de poner cirios y velas por la noche, empieza a asustarme. Dormimos con camiseta térmica, pijama y cinco mantas y, por si alguien tiene la tentación de encender la calefacción, mamá ha precintado los radiadores. No nos lo podemos permitir.

Por las noches, cuando me castañeaban los dientes y escuchaba a Julia sonarse los mocos, echaba de menos a Rob. A pesar de su olor a vómito de sangría, su alquiler pagaba gran parte del soporte energético.

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LOLA. DÍA 1: «Un mes después. Adicta»

“No me entero… ¿Te contó al final de dónde ha salido la puñetera pistola?”. María tenía la cara arrugada y los ojos como platos. Se pone fea como un demonio cuando se altera pero, no sé porqué, me da seguridad. La llamé para desahogarme. Necesitaba el contacto humano porque desde luego que Rivas últimamente parece de otro planeta. Desde que encontró el diario no deja de cachondearse. “Vaya perroflauta que escribe en un cuaderno con purpurina”. Pero no le basta con las palabras, ahora todas las semanas me compra la Superpop y otras mierdas del estilo. Hacemos juntos los test amorosos de compatibilidad. No llegamos ni al 1% pero nos entendemos bien.

Al final decidí que el diario podía esperar. Lo fui dejando y pensé, SIN PRESIÓN DE NINGÚN TIPO, que escribir mentalmente podría ser un ejercicio filosófico interesante, pero la verdad es que es una autentica mierda. Estoy en la parra.

MARÍA: ¡¡Tierra llamando a Lola!!…¡Estoy aquí tía!… ¡Estas empanada! ¿Te lo contó o no?

LOLA: Primero me dijo que era de juguete y, claro, yo me descojoné en su cara. Después se inventó que su padre es un policía jubilado…

MARÍA: Menuda gilipollez. Este tío no es trigo limpio…Tiene un perfil psicológico depredador…Te tienes que ir ya. No entiendo porqué no haces las maletas de una vez. Mírate. Eres otra. Te está absorbiendo la esencia. No eres mi Lola.

Si ya no bebo de las botellas y utilizo los vasos, resulta que según ella es porque me he refinado para gustarle, si me siento más recta es para parecer más elegante y si me he quitado las rastas es porque dentro de mí hay un conflicto de lucha de caracteres. El pijo me acerca a Rivas, el Punki me devuelve a Lavapiés. Siempre exagera.

Admito que los últimos vaqueros que me he comprado no están rotos y que puede que coma cosas de marca. Me he enganchado a una serie del canal de pago y cuando viene le mujer de la limpieza me llama señorita Rivas, pero eso no quiere decir que yo no siga siendo YO.

María cree que soy una yonki adicta a un amor platónico. Dice que he olvidado a mi gato (MENTIRA. Confío en que Erasmus lo está cuidando bien), al abuelo, las magdalenas y mis sueños.

Por ahora solo pienso en descubrir el maldito secreto de Guillermo. Es un reto. Mientras tanto, este es un buen lugar para reflexionar sobre quién soy y qué quiero en la vida. Aquí estoy bien. Me siento tranquila, relajada, en paz…

Cuando sonó el timbre di un brinco, me peiné el pelo con las manos, me coloqué la camiseta y salté por encima del sofá para abrir la puerta corriendo. Me temblaba todo. ¿Tan pronto había vuelto?

“Lola, es la pizza que habíamos pedido, ¿no te acuerdas? En serio, tienes que desengancharte de Rivas, te va a hacer daño. ¿Has visto los libros y las películas que tiene?….yo creo que es del CNI…Ten cuidado…”

María me hace reír tanto que aunque solo sea por eso merece la pena seguir aguantándola.

¿Guillermo, un espía?…jejejejejjejejejeje. IMPOSIBLE.

Escuchando…